domingo, 4 de marzo de 2012

¿Por qué ahora escribo tanto?
¿Por qué ahora creo que es importante? Sí, siempre ha sido alivio.
Salida.
Pero últimamente me es demandado, el inconsciente me manda a escribir.
Le dice al yo "Anda, plasamalo todo, a ver si alguien entiende." se burla de mi y juega.
¿Por qué tengo tantas ganas de sanar al mundo y por qué -maldita sea- sigo preguntando esto después de tanto tiempo de traerlo en la garganta?
¿Por qué me llama el dolor? ¿Por qué me dirijo hacia donde sé que no es seguro?
¿Dónde está mi ansia de salvarme a mí misma?
¿Por qué ahora, escribo tanto?

Miren, los voy contextualizar. A menudo platico con alguien que sé que tiene problemas, pero si sigo así, voy a terminar con él y repetiré la historia -una vez más-.
Voy a terapia y le digo a la psicóloga: Tiendo a enamorarme de quien es seguro me hará daño.
Y ella dice que por tanto tiendo a enamorarme de mí misma.
¿QUÉ CARAJOS DIJE?
Que tiendo a enamorarme de gente que me lastima, tiendo a escoger retos.
Y ella ¿Qqé dijo? Que tengo que dejar de racionalizar todo.
Que tengo que dejar de visitar a mis exnovios sólo para ver si siguen viviendo. Si son felices.
Le dije de aquel primero, que aunque pasaran años yo seguía cayéndo.
-¿Y qué sientes al respecto?
Que nunca he podido olvidar a alguien, si lo amo, lo amo por siempre y lo extraño. Extraño las pequeñas cosas que de él salían. O su departamento, siempre me daba el sol y entonces él me besaba. Que nunca me recupero y por tanto desarrollé mi mejor barrera: la esperanza. No de volver sino de seguir adelante.
-Eso está muy bien. Dice la psicóloga.
Y yo le digo que a veces no lo espá porque las memorias también pesan (emocionalmente). Porque a veces siento que soy única y no en el sentido de especial, siento que soy única en el sentido de solitaria.
-Sigue, sigue.
Le cuento, de este otro muchacho que me amaba y se recostaba en mis piernas. Y me hacía discos enteros con etiquetas. Me tocaba el piano y me dejaba volar en unas escaleras. Y si yo lo hubiera amado, que diferente hubiera sido. Yo lo alejé, en cuánto supe de su sentir maté nuestra conexión. No más pláticas, no más abrazos. D I S T A N C I A.
-¿Por qué?
Porque no soy hipócrita. Si no lo amo ¿Para qué lo quiero cerca?
-No entiendo.
Ni yo, son sólo impulsos.
-¿Y que haces ahora?
Escribir. Escribir lo que aterra y escribir lo que ilumina. Así no olvido ninguno.
Así sé a dónde regresar y así a quién le mentí primero.
-¿A quién le mentiste primero?
A mi madre, por supuesto. A mí, en segundo plano. Y a mi self en tercero.
-¿Por qué te separas?
Porque una cosa es quién muestro y otra quién soy.
-¿Difieren mucho?
No, no mucho. Son sólo detalles.
-¿Cómo qué detalles?
Como cuando amas y odias. Sabes que no se puede al mismo tiempo y sin embargo lo haces.
-¿A quién odias?
A nadie fuera de mi reflejo.
-¿Por qué me contestas con cosas qué no entiendo?
Porque es más fácil hablar en metáfora de mis adentros.
-Intenta evitarlo esta vez.
Esta bien.


Y entonces escribo.

Esta soy yo. Me gusta dar esperanza y me gusta sonreír. Soy segura de mí misma y soy fuerte, pero eso no significa que no sienta. Peleo, peleo mucho por ser quién soy. Porque no es fácil afrontar un mundo inestable cuando tú misma pendes de hilos. Entonces sí me siento mal, no sonrío. Si me siento bien, juego. A veces es difícil hablar conmigo misma. Hay algo dentro que lo único que respeta es el hedonismo. Doy muchísima importancia al placer, a la felicidad. No, no creo en el sufrimiento ni en las penitencias. Busco orden, me han traumado por años por mi falta de él, pero la gente dice que tengo un "desorden ordenado". No lo veo, pero bien lo entiendo.
Veo el mundo y me hace, me construye. No, no entiendo a la mayoría de las personas porque crecí en un ambiente privilegiado y pocas veces me he sentido vacía. Tuve suerte de tener esta familia, mi madre me enseñó que primero me raspo las rodillas antes que detenerme a hacer algo. Mi padre me enseño que el cariño es esencial en la vida. Mis hermanos me enseñaron de respeto y valentía. Tuve suerte, pues veo trabajo y siento dentro las ganas de hacer. Las ganas de convertirme con el mundo. De fundirme. @e decir y reclamar y arreglar y ordenar.
Y odio la mayoría de las reglas, pero creo en ellas. Siempre he creído que esto en mi es dogma, porque soy una gran ambivalencia, estoy llena de contradicciones porque siempre quiero afrontar las cosas, pero mi primera reacción es huir de ellas. A veces soy valiente. ¿Qué quiero decir con esto y por qué ahora escribo tanto?
Es que a veces, pienso que esta muy bien mi razonamiento, pero me frustra no poder hacer ver a la gente con mis ojos, que sé, sé muy bien, no son perfectos, ni son la solución, pero si tuvieran en adición mis ojos a las suyos, vería tal vez un color más. Un amarillo. Que no es blanco ¡Pero qué bien ilumina!
Es que a vecas me gustaría que la gente también se preocupara por mi, de la manera en que yo me preocupo por ellos.
Y no, no me deprime esto. Pero quisiera que entendieran que no porque no me rompa, significa que pueden molerme a palazos porque saben que estaré bien, que me repongo. Que el hecho de que no me consuma en desesperación y depresión, no significa que no me gustaría un día encontrar alguien que velara mi felicidad.






(¿Por qué no lo haces tú misma? Me dijo la psicóloga. ¿Por qué no velas tú, por tú felicidad? Y yo, me quede callada, tan callada como un témpano.)

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