jueves, 23 de febrero de 2012

Destellos.

Quiero mantener este estado, en el que brinco si quiero
Río y casi de rodillas sigo riendo.
Subo los brazos, los muevo. Siento el aire, me mueve.
Es fuerte y es frío. Me mueve.
Volteo, me descubre la cara.
Entrecierro los ojos, sin embargo, veo mucho más claro que otros días.
El cielo esta rosa y naranja al mismo tiempo.
"Es el único matiz en la vida real que se ve bien"
Tú, tu me haces, me mueves, me ríes y me llevas.
Tomo tu mano y pareciera que tomo un ancla.
Estoy segura. Estoy aquí. Estoy sonriendo.
Es una mesa llena de personas con un alma llena de destellos.
Es invitar a comer a un amigo y sentir que sostienes su mundo.
Es que sostengan tu cabeza para que puedas dormir.
Hoy no dormí, justo hoy me era misión ver el mundo. Desde la 1 30 de la mañana me era misión poner acentos, "sonreír al mundo con optimismo y fe" jajaja si, es una canción de niños.
Pero me era misión. Abrazar a 30 personas hoy.
Ser amable. Y no olvidarme, más bien recordar.
Recordar que un mundo gira y es mi decisión vivir en él y con él, o verlo pasar.
Muchas veces me olvido de ver más allá de mi misma.
A veces, para ser sincera, me gusta ser víctima.
Me gusta sufrir y me gusta sentir que se me desgarra el alma.
"Estoy viva"
Pero más me gusta admitirlo. Admitir que me tiro al pozo tres meses al año.
Pero los otros nueve, los otros nueve sé vivir.
Sé recordar, sé amar.
Se darle mi hombro incluso a un extraño y sé comunicar fortaleza.
Sé dar mi mano.
Sé que soy fuerte y sé que quiero serlo aún más.
Por eso admito estas cosas. Porque no quiero olvidar el día en que vi un corazón destrozado.
Y una pequeña niña llorando por el gran peso que es cargar un amor complicado.
Porque en ese momento, supe desde el fondo de mí que sabía que hacer.
Sabía que decir. Cuando dar mi mano.
Supe reconfortar y supe admirar tal inocencia.
Más allá de mis palabras sinceras, las suyas eran completamente basadas en su pureza.
Supe valorar y hacer que valorara.
Sin embargo, con todo lo que sé, fui yo la que cayó dormida.
Sobre su hombro dormí y ella resguardó de mi.
Sí. Así es como deduce mi lógica que el mundo vale la pena.
Por hacer las pequeñas cosas que nadie notará pero que esperas que un día
signifiquen algo, que se queden guardadas para el día en que piensen que no hay salida; pero casi por intuición sepan que hacer.
Y sepan que no a muchos kilómetros, se encuentra alguien que sabe escuchar, que vive guardando momentos significativos, que excava el mundo por un poco de más esperanza, que da su mano incondicional y que aprendió por ensayo y error a vivir con el corazón el alto. No, no soy yo. Pero en días como hoy me acerco un poco más.
¿Y mientras? Mientras, me sigo riendo.

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