miércoles, 4 de abril de 2012

Hoy es un día curioso.
Fuera de la norma, pues.
Hoy desperté, no de una pesadilla, pero si de exaltación de un sueño.
Animismo. Animismo. Parece que nunca superé esta etapa.
Regresemos al hospital. Mis primeros pensamientos se ven invadidos de ternura. De querer abrazar un hospital. El aire es frío como ningún otro.
El hospital no me abraza, pero cómo muero de ganas de darle mi mano.
Este niño se roba mi alma. Y sonríe y muero porque no es mío para besarlo.
Pero la gente, la gente siempre malentiende esto, creen que lo hago porque le tengo lástima. No le tengo lástima a este niño, ni a ninguna persona en realidad, creo que lástima es de los sentimientos que nunca he sentido.
Y que no quiero sentir.
Yo lo quiero abrazar porque él tiene sonrisas, el tiene vida. Porque él es bello, porque el ríe, porque él sigue. Porque quisiera que fuera parte de mí.
He traído tres libros y he planeado el tiempo de espera: leer, leer y leer.
Es casi lo mismo que escuchar música, es sumergirte en un mundo y no querer salir ni por aire.
Ahí, en medio de mi plan, es que escucho una voz.
-Buenos días
(estoy intentando no escuchar en este momento, es una vieja costumbre impuesta, le suelen llamar “buenos modales”.
Sé que hablan de la biopsia… Y entonces, su mirada cambia.
Me habla a mí. (¿Por qué me habla a mí?)
-Son dos agujas, hacen una incisión aquí y aquí.
Sus palabras son para mi.
-Son dos agujas, mas o menos tienen que hacer esto… esto… esto…
Y yo presto atención. La miro y quiero que se de cuenta de que tiene mi completa atención. Es custión de segundos cuando me doy cuenta que me encuentro inmersa en la historia. Esta historia, es su historia.
-Y podía ver a mi hija, desde la ventana, jugando, corriendo. Yo lloraba, lloraba, lloraba. Yo me hice esto.
Entiendo ahora el sentido de esta historia. Es ese tipo de historia con moraleja.
Y ella la cuenta, con todas sus cicatrices en el pecho, está orgullosa de estar incompleta.
Le grita a la lluvia ¡Estoy viva! Me invita, que la acompañe a estar viva con ella.
Esa mujer es esposa, es madre, nadadora profesional y es alfarera.
Y yo le debo más que una entrada en un blog.

(Y como en cada día, es mi deber aprender y soltar.)

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