Recuerda entrar al cuarto, dar una vuelta, dos.
En no más de un metro cuadrado.
Tres, cuatro vueltas.
Sentarse sobre la cama.
Pensar "Nunca en mi vida había llorado tanto"
-¿Ni por él? preguntó la voz dentro.
No, ni por él. Ni por él otro. Ni por... nadie.
-Bueno, tenemos un nuevo ganador entonces.
De las lágrimas de amargo amor les llamo. El trofeo de las lágrimas de amargo amor.
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