martes, 10 de enero de 2012

Recuerda entrar al cuarto, dar una vuelta, dos.
En no más de un metro cuadrado.
Tres, cuatro vueltas.
Sentarse sobre la cama.
Pensar "Nunca en mi vida había llorado tanto"
-¿Ni por él? preguntó la voz dentro.
No, ni por él. Ni por él otro. Ni por... nadie.
-Bueno, tenemos un nuevo ganador entonces.
De las lágrimas de amargo amor les llamo. El trofeo de las lágrimas de amargo amor.

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