No sé bien como empezar cartas, pero ahí vamos. A ver que sale.
Siento muchísimas cosas.
En todas las vacaciones regresé una y otra vez los mensajes de texto, los mensajes directos, las conversaciones, los chats. Por todo donde hablamos.
Claro que había señales.
No me puedes decir que fue algo que no tenías planeado porque sabemos que es mentira. Y sabemos que sería lo mismo si te digo que no lo vi venir.
No me siento mal, ni por un segundo. Mal nunca.
A veces es nostalgia, es extrañar, anhelar.
Aún pienso mucho en `ónde estaba mi razón. ¿Te quise por ti? ¿Te quise porque me querías? ¿Te quise porque eras mi pequeño proyecto personal? Yo, tu maestra.
Aún no quiero concretar ese pensamiento, me da miedo.
Y me da vergüenza, involucrarme con un alumno. Lo mal que estuvo.
Leí los últimos, los de la semana antes. Todos, en absolutamente todos tu poniendo distancia, evitando los "te quiero", diciendo "yo también", bajando la cabeza sabiendo que me llevabas a ningún lado y yo, tomando tu mano pensando que estaba segura.
Víctima no soy.
Y las primeras semanas vivía bajo una única sentencia: Castigarte.
Te quito mi presencia. Te quito mi apoyo. Mi cariño por supuesto.
Y mi corazón, como siempre, rehusándose a odiar.
Pero te alejo, en pasos y en letras. ALÉJATE.
Aquel día de enero fui a buscar mi propia sentencia.
¿Te dije acaso, una sola mentira?
Sí, claro que lo hice, te dije mil.
¿Entonces, por qué aún siento que soy yo la que pierde?
No, no puedes venir y decirme que has decidido quererme aún si estás lejos.
(Lo que debí haber dicho: Esas son mamadas)
¡JA! Una y otra vez, ja.
Vienes con tus canciones y tus poemas y tus depresiones al borde.
Y tu esperanza, renovada, gracias a mi, dices.
Y yo, yo no quiero ser tu amiga pero te quiero ayudar.
Que contradicción ¿Quién habrá de entenderme?
Odiarte, nunca. Vencerme, menos.
Maestra dividida entre el valor del aprendizaje y mi propio coraje.
"Siempre quiero saber de ti y de tus días"
Pero yo, yo no siempre quiero saber de ti, mucho menos de tus días.
De tu manera de vivir la vida que en 4 meses aprendí a despreciar.
Aprendí de mi, si. Pero no por tu ayuda sino con tu desesperación.
Se como suena esto, lo egoísta, la gran crítica que presento.
"De tu manera de vivir la vida" he dicho.
Podría ahorrarme estas palabras y pensar que vivimos tiempos buenos.
Pero ¿A quién le miento? A mi no, al menos no más.
Debí dejarte cuando mencionaste que no eras persona para mi, que merecía yo algo mejor.
Debí dejarte cuando estaba harta de ti y tu pesimismo.
Debí dejarte aquel día que me llenaste de drama.
Debí dejarte el segundo mes. El primero te lo regalo.
Y sin embargo aquí estoy, escribiendo para ti.
Ayudando aún. No queriendo lastimarte y transfiriendo toda duda a un blog y borrandole de el mail.
Aquí estoy, pensando en que eres la peor relación que he tenido.
La peor sin duda y con palmas. Y aquí estoy, escribiendo que seas fuerte, que sigas luchando.
¿Lo ha valido todo?
Entonces grítame en la cara que todo ha valido.
¡DIME QUE HA VALIDO"
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