sábado, 8 de octubre de 2011

Sin prisa.

Pasos tenues y lentos, más lentos.
Ahora, más lentos, no hay más, me detengo.
-No tengo más tiempo. Me dijo.
Y yo con esta cara de sufrimiento que llevo
tuve que responder: "No lo necesitamos"
Pero necesitamos era la palabra incorrecta.
Entonces tartamudeó: "No deberíamos estar aquí"
Y yo le intente convencer de lo contrario, después
de muchas palabras incorrectas y frases incorrectas.
Y después de procesar todo lo que tendría que afrontar
y como tenía que vivir desde esa decisión, desde ese día.
Yo respondí: "La felicidad suprema en la vida es tener la convicción de que nos aman por lo que somos, o mejor dicho, a pesar de lo que somos"
Sabía que si no conseguía las palabras correctas, Victor Hugo las tendría.
Y entonces sentí que me caía.

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