viernes, 29 de septiembre de 2017

Dos mil diecisiete..
Enfermar.
Estar enferma, ver enfermas, ser enferma.
No encontrar respiros. Sentir que se cortan todos.
Llevar cargando una obesidad de tristeza, de duelo.
Doler.
Ser quién duele y lo que duele.
Sentir enojo, querer aislamiento.
Resentir no poder pensar en soluciones,
porque estoy ocupada repitiéndome que no me lastime,
que no hace falta.
Dos mil diecisiete mierda, dos mil diecisiete sin sueño,
sin vida, sin alientos.
Comer.
No comer, comerlo todo y no comer.
Soy yo el vaso de agua.
No entiendo como evitar quebrarme.
¿Quién podría soportar esto?
Llorar.
A cuentagotas, llorar siendo desierta.
Fortalecerse.
Quién sabe cómo ni cuándo, pero dicen que sucede.
Enmendarse.
Quién sabe cuándo, pero dicen que sucede.
Esperar.
El amar se fue esperando, y la espera no lleva consigo el límite.
Limitarse.
Ser casi lo mismo que un cero, ser casi tremendamente invisible.
Desaprender lo que había costado tanto, sentir que se regresa a la nada.
Volver a tener problemas con el "no". Dejar de compartirme, cerrarme como tan fácil se cierra una ventana. Soñar con ventanas, con aventarme de ellas, parar todo, descansar, dormir al fin, dejar que todo se hunda, estar satisfecha con ello.

Levantarse.
Quién sabe cómo ni cuándo, pero dicen que pasa.

sábado, 3 de diciembre de 2016

Después de tantas violencias vividas.
Lo único que quiero anotar es lo siguiente:
Quejarse de algo que hacen las otras y luego hacerlo no es otra cosa que hipocresía.
Reírse de alguien más "con las amigas", sigue siendo violencia.
No reconocer la propia violencia que se ha ejercido es vendarse los ojos.
La pasivo-agresividad no es sino cobardía.
Hacer campaña de odio hacia alguien es despreciable.
Hacer la vista gorda a tantas violencias y humillaciones de parte de otras mujeres aún si son feministas, aún si según ellas es para "denunciar" que fueron violentadas en el pasado es una culerada.
Humillar no es denunciar, es humillar.
Ignorar es también una forma de violencia.
Las relaciones serán recíprocas o no serán.


viernes, 28 de octubre de 2016

Empieza con jota
Con su vida de jardín que enverdece todo cuanto toca
Y lo llena de júbilo y vida.
Empieza con jota de jarrito irrompible de cocina, en donde se come una jícama, la miro y pienso que empieza con jota de joya: invaluable, brillante, transparente.
Con la misma jota que va en medio del enjambre que es nuestro cariño, con la jota con la que se hacen los juramentos que no se enuncian, esos que dejamos enmedio de nuestras miradas.
Besos tus labios que se vuelven jarabe en los míos, por los que rompo el juramento de nunca decir nunca y pronuncio que nunca había sentido tanta alegría de compartir mi camino y mi mano como lo hago contigo, con tu jota de jugo mañanero que devuelve la energía.
De tus labios escucho los "jajaja" más fuertes, esos que llenan mi cuarto y resuenan en mi cama para acompañarme cuando no estás para pronunciarlos, con la jota que te encuentras en la enjundia con la que cada día afrontas tu increíble existencia.
Me miras con tus ojos juguetones
Y me dices que la vida está jodida,
pero nada puede estar tan jodido si estamos juntas
con jota de la justa medida.
Si estás aún en el mundo y me hablas de jamás decir jamás y aún luchar por justicia. Y tomamos esta munda en conjunto para hacerla nuestra día a día y en unos años jactarnos de que lo que construimos tiene cimientos de verdadera alegría y ser juezas de que lo vivido a lo lejos no parece más que un ramo de jazmines al punto de florecimiento, en ese tiempo único entre la primavera y el cielo, en esos campos joviales que apenas han de dar frutos, en esas jaulas que nos hacen creer que es la vida, pero que a fuerza de jirones logramos ir aflojando.
Nos vamos abriendo.
Empieza con jota de jaguar, del rugido que es su existencia ante un mundo lleno de caza, con la jota que viaja entre júpiter y japón, y nuestra manera tan única, tan nuestra de inventar nuevas formas de querencia, porque las que ya estaban no nos alcanzaron para los lazos que anudamos cuando decidimos entrelazar nuestras vidas.
Empieza con jota, con o, con ese. Con ese rasgo único de tu risa y tus lunas.
Con los aprendizajes que has recolectado en tu canasta propia de vivencias y que has de significar con los días.

martes, 13 de septiembre de 2016

Ah,
a veces me pregunto
por qué no me gusta compartir mi vida
o los eventos de mi vida hacia mis seres queridas.
¿Será que tan poco me importa su opinión?
¿Será en verdad que tan "en control" tengo mis sentimientos?
Nunca ocupo consejos.
Ocupo compañía, un abrazo, besos, una mano que sostenga la mía.
La certeza física de que no estoy sola cuando así lo siento.
La certeza palpable.
Una mano que sostenga la mía.
Pero nunca un consejo.

A veces ni siquiera quiero darlos, me parece invasivo,
pero si me lo piden hablaré.

No me interesa realmente decir que follé o me besé con tal persona.
A veces me gusta escribir lo que surge en mí -por tal persona-
pero sigue siendo desde el "yo". Desde esto que traigo dentro.
Desde mi nombre y mi pecho.

A veces la munda es exhaustiva emocionalmente.
Aún cuando no soy yo quien la viva.

A veces soy silencio.
Pero toda la vida he sido silencio.
Una escucha.
La que recibe las palabras.
Aprendió a ordenarlas, a jugar con ellas. Estaba bien, pues al no ser suyas podía incluso lanzarlas.
A veces, como todas, tengo miedo, incertidumbres y miedos.
Descolocaciones.
Entrecruzamientos deprimentes.
Comportamientos autodestructivos.
Y de paso autocompasión autorecetada y luego autodespreciada.

Sigo siendo un yo.
En mi munda no cabe un consejo.
Y aún no lo entiendo.

jueves, 25 de agosto de 2016

Qué lastre esto de la comunicación.
Qué lastre esta gente que piensa que tiene derecho a saber todo de mí, a juzgarme si no comparto algo.
Me preguntó con una cara que no dice otra cosa sino "te estoy juzgando",
me preguntó con los ojos clavados en la decepción "¿qué te pasa?"
y yo respondí "¿qué te pasa a ti?" casi como si fuera un juego de copiarnos.
¿Por qué no me dices? ¿Qué pedo contigo?
y la mirada sigue ahí, como si su desaprobación fuera a herirme
y en consecuencia fuera yo a soltar la sopa.
No.
No la suelto.
Mis pensamientos, mis actos, mi vida, mi cuerpa. ES MÍA.
Para mí, no para compartirla.
No para tu entretenimiento o cuestionamiento.
Para mí.
Y si no quiero, no la comparto.
Mierda ¿qué tan difícil es entenderlo?


Hubo un tiempo
en que me inventé un lenguaje
hablaba con las manos
y con las imágenes,
de pronto dejé de pronunciar palabras,
primero las esdrújulas,
inicié perdiendo la voz de a poco,
algo de tos y gripa,
silencios prolongados, autorecetados.
Hubo un tiempo
en que las cosas imperfectas se volvieron adorables,
en que podía mirar y hacerme entender.
Un parpadeo, pájaros y árboles,
dos parpadeos, toman mi mano.
Me recostaba en el pasto y sentía la tierra escalarme
enterrarme aún cuando no lo pedía,
de pronto había ceniza en mis cuadernos.
Hubo un espacio y tiempo en que me corté la lengua
con espinas de rosas,
y me sangré la boca callando los miedos.
Cerré los ojos olvidando el cielo y junté las manos
pidiendo a mis escombros un último chance.
Una última oportunidad: vivir sin cenizas, andar sin titubeos, temblar sólo de risa, no volver a enraizarme.

martes, 3 de mayo de 2016

Estoy enojada.
EMPERRADA.
De tu visión del mundo, de tu visión mierda del mundo que de paso viene a colorear todos mi actos.
Estoy harta de que se concluya por mí, cuáles eran mis verdaderas intenciones.
Que no alcances a ver lo que te di de mí misma.
Cuánto te abrí el pecho, todos los espacios en dónde te dejé entrar.
Me dices "No te preocupes, no estoy enojada" como si de algo me sirviera.
Como si esta realidad girara sólo a tu alrededor y fuera yo un asteroide que chocó contra tu planeta "No te preocupes, no estoy enojada"

De que en el relato de esta historia mis palabras van verdes.
Y luego las recuerdas un tanto amarillezcas.
Mierda. Pinche mierda.
No hay nada más que mierda.

Que si hay algo en la munda que me haga perder la esperanza y salirme de mí misma es eso, el que se piense lo peor de mí. Que se juzgue lo peor de mí.

OBVIAMENTE LA CAGUÉ MIL VECES. OBVIAMENTE LA SEGUIRÉ CAGANDO.

Soy hu-ma-na fa-lli-da

Quiero quedarme con la mejor respuesta, que nada importa que piensen las otras mientras yo sepa con qué intención hice las cosas, así la haya cagado, que nunca he hecho cosas con alevosía. Anhelo interiorizar esa respuesta, pero no es la que tengo, la que tengo es esta, esta pinche ira que no viene de ningún otro lado que de la tristeza y la decepción.

Estoy tan pinche triste que estoy emperrada. Porque puede más tu microscopio de desasosiego, que el mío de (alegrías?) ilusiones.
Es la primera vez que me siento jodida por haber idealizado algo/alguien, es la primera vez que siento como me rompe la visión de otra sobre mi persona, PORQUE TE DI TANTO DE MÍ MISMA que no encuentro sino desconsuelo en saberme hiriente a ti, en saberme mala en tu perspectiva. En encontrarme insuficiente para nuestra querencia, desplazada de nuestra construcción.
Ahora es tu relato y sólo tuyo.