viernes, 14 de agosto de 2015

Estoy enamorada


Estoy enamorada.

Estoy enamorada de los cuerpos.
De su capacidad para amar.
De cómo hablan los cuerpos.
Estoy enamorada de las sensaciones
de cada poro que se levanta, de los cuerpos que se mojan,
de los cuerpos que se irritan
de cuán equipados estamos para sentir.

Estoy enamorada de la piel propia, también de la ajena,
de su espectro para sentir dolor,
de su espectro para sentir placer,
de la línea que comparten.

Estoy enamorada, pues, extasiada, de la libertad para tocarme,
del permiso que me dan para tocarlos,
de su boca, de su brazo derecho, de sus pies, de sus dedos,
de su cuello, de sus ojos, de su nariz, de su cadera,
de cómo comparten esas piezas corporales con millones
en el mundo
de como sus piezas corporales forman un todo,
tu todo, mi todo.

Estoy enamorada de las cuerpas, estoy enamorada de sus defectos,
de la historia de sus cicatrices, del dolor de sus heridas.
De todas las cuerpas que cruzan mi cama, y me muestran las suyas.
De la libertad para detenernos y volver a empezar,
de la valentía que requiere dejarse ver, dejarse tocar
cada centímetro y cada grieta, cada golpe, cada caída.

Del lenguaje propio del cuerpo, de que sobren las palabras,
de que las caricias griten, de que todo sea dicho con gestos.
Estoy enamorada, desde hace unos meses, del mundo que me rodea con sus cuerpos.
De que les voy conociendo a través del mío.
De qué entre sábanas nos volvemos uno, el mundo.
Y cada día, una nueva sensación, un nuevo permiso me concedo
ser libre para amar con más intensidad
al mundo, a los cuerpos, al día.


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