miércoles, 24 de junio de 2015

He estado tan sola estas semanas
y ha sido tan gratificante.

He estado pensando mucho en mis sentimientos, en por qué y a dónde se mueven.
Normalmente no tengo idea.
El tiempo me parece apenas una hoja que se dobla y desdobla.
El cariño parece trascenderlo.
He estado pensando mucho, en mis emociones.
En qué hago con ellas, en por qué las dejo pasar o las detengo.

Aún entiendo tan poco del amor y del cariño que pareciera que he transcurrido ya
la historia completa de mis sentires y no hubiera encontrado nada. NADA.

Esto no es el vacío. Es otra cosa.
La inestabilidad es mi casa, siempre ha sido y la abrazo día y noche.
La inestabilidad ya no es problema, es contexto.
Esto no es el vacío.

Te extraño. Te quiero escribir, al menos una vez por semana.
Perdón. Una vez al día.
Te extraño y lamento tanto que dentro de ti misma quepa un cariño tan grande que trascienda los días.
Y lamento tanto que en el mío no quepa.
No cabe. Se desbordó y consumió, quizás no estoy hecha para ello.
O simplemente no estaba dispuesta, no me era correcto y quizás nunca lo sea.
No peleo contra eso, está tan dentro de mí que sólo puedo abrazarlo y entenderlo.
Pero te prometí muchas cosas que no estaban dentro de mí, por temor a perderte.
Finalmente no pude combatirlo, ni engañarme diciendo que eso era lo que quería.
Yo te quería a ti, pero no quería la historia, ni el futuro ni las batallas, sólo a ti.
Ahora conforme pasan los días entiendo que el amor se da incondicional.
Incondicional.
No quiero decir que no te amé, porque yo te amé, te amaba en la mejor forma que conocía,
con las herramientas que tenía.

Entiendo tanto más del amor y del cariño que pareciera que he transcurrido ya
la historia incompleta de mis sentires y lo hubiera encontrado todo. TODO.

Por ahora me siento tan lejana de la que alguna vez conociste.
No me reconozco, en los espejos, en las palabras, en los acentos ni en los sueños.
Soy otro, soy otros.
Tan lejos.
No me reconozco con esta ausencia que me representas.

Como en cada carta que te escribo y no te envío te digo te quiero, perdón, te extraño.
Espero estés bien, espero sonrías y espero en tu ventana siempre sea otoño.
Espero no olvides la luna que era sólo nuestra.
Espero encuentres el lado correcto de tu nueva cama.
Espero las alas que te dibujaron sigan allí esperando a que despiertes.
Espero sepas que siempre recuerdo nuestra historia, nuestra magnífica historia,
tan llena de sonrisas y tan llena de cariño, de miradas y de sueños.
Espero entiendas que el amor que te di fue y es único, y jamás podré vivir algo así con alguien más, que a pesar de que estamos lejos, yo estoy cerca, siempre cerca del pedazo de alma que me obsequiaste y en cambio yo te di uno mío, estás en mí siempre y te amo puramente.
Espero aún sientas que los árboles son familia, que las raíces curan.
Que hay espacio para nuestra coexistencia, más allá de nuestras costillas.
Que comparto contigo un infinito, una paradoja, una persona que fui y que amé y que te amó.
Te amó tanto.

No sé si las palabras serán algún día suficientes para sanar lo que sé que ayudé a romper dentro de ti, no me inundo en culpas, créeme, no es lo que hago, sólo acepto mi responsabilidad y mando en las maneras que puedo aún el amor que te tengo. Pero las palabras son lo único que tengo ahora que estamos tan lejos de un abrazo, de una conexión con tus ojos que te hagan sentir cuánto lo siento, cuánto siento no haber podido estar a la altura de mis promesas ni de mis sentimientos.
Cuánto te siento dentro, y cuánto te quiero.
Sin embargo algo siempre queda, en los días y en las horas, de ti en mí.
Algo siempre espera en mí para ti.

Me siento muy lejos de aquella a la que conociste, sin embargo me ha dejado el cariño que te tuvo. Y yo lo resguardo como si fuera mi propia felicidad, clave de mi salvación, como si de ellos dependiera mucho, el otoño que se aproxima, las hojas que caerán, los poemas que no leeremos, aquellos que siempre estarán (la paz de los hombres), los nombres que nos inventamos y los cuentos que ya no escribiremos, todo ello teje sobre mí, una nueva piel, una que me permite amar.
Simplemente amar. Gracias por enseñármelo.


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