viernes, 27 de marzo de 2015

Planes para semana santa: libros, vino y playa.
He estado pensando, qué otra combinación sería mejor que esa que acabo de anotar.
Probablemente ninguna.
Probablemente alguna, pero de momento elijo pensar que no, que es esa la mejor.

Elijo la playa porque ahí me dejaste la primera vez.
Yo veía el mar, sentía la arena y a lo lejos tus ojos, pensaba en que era realmente afortunada.
Sin cursilerías, sin exageraciones, sin enunciarlo siquiera a alguien más que a mi persona.
Era realmente afortunada.

Elijo el vino porque en la playa desayunamos vino, veía tus mejillas enrojecer con cada sorbo,
el vino te recorría las venas, las mejillas, las venas en los ojos, al último las rodillas.
Pienso con harta calma, que esta vez no estoy armando un rito.
No se trata esta de una despedida, como muchos otros días te he despedido o ritualizado o recordado u odiado. Nada de eso.
Esta vez la misión se trata de ir a un rescate.
Voy por mí misma, a reencontrar a esa persona que dejaste en la playa, en la cama llena de hormigas, en la arena esperando tu mano, doliéndose por no encontrarla.

Creo por fin, que ya he pasado suficientes meses extrañándote, luego alejándote, luego molestándome, luego molestándote, queriendo saber, sabiendo, buscando, esperando, extrañando, alejando, luego molestado y así por mucho tiempo el ciclo se volvió la rutina.
Ha sido suficiente y con harta calma, regreso por todo lo que he ido dejando de mí misma.
tiempo y lugares y poemas y sentimientos atrás
que me obligué a olvidar porque dolían más de lo que yo quería y preveía.

Ha llegado el día en que me siento bien con las decisiones que he tomado, incluyo las que en consecuencia me han alejado de ti. He llegado a términos buenos en aceptar que estoy escribiendo día con día mi historia y que no hay desenlace que no haya pasado por mi propia razón, siempre hay algo dentro del todo del que somos (no culpables sino) responsables.

He despertado hoy preguntándome a dónde va mi vida. He entrado en pánico, pues estoy llena de dudas, y el tiempo pareciera no ir a mi favor, apenas despierto el día ya se ha ido, leo mucho menos de lo que quisiera leer, veo menos de lo que quisiera ver y escribo, bueno, escribo que da pena. A mí me da pena ¿a dónde va mi vida? -con harta calma- me pregunto y me siento derrotada por no encontrar rastros de respuesta.
Tengo una ansiedad terrible por pertenecer y a la vez dejar de estar. De huir de todos, en especial del lenguaje. Que ganas me han dado de dejar de existir unos momentos. Sólo una semana o dos, dejar de ser, dejar de pensar que se requiere algo de mí y que ni yo misma me requiero estar presente. Cesar.
El corazón lo tengo hecho una caja de químicos, bien ordenados pero en cualquier segundo que me descuide van a explotar todos, se va a regar un poco de líquido melancólico o de gas deprimente y boom, allá irá de nuevo el ciclo. una caja de químicos que traigo del tingo al tango y quiero dejar descansar, quiero que descansen mis sentimientos, porque siento tanto todo el tiempo que en un descuido sé que algo va a estallar, quiero una semana o dos. Cesar.
Quiero que paren los besos, quiero que paren los abrazos, estos sentimientos que ya se de dónde vienen y a dónde van y por más placenteros que sean, sé con toda mi vida que no son lo que necesito ahora.
No quiero amar ahora ¿podrás perdonarme? después de todo lo que prometí y juré, después de muchos años de seguir esta dinámica, de no poder parar las ganas de darte un beso, de no poder parar de llamarte, de decirte que me abraces o me consueles, porque me haces falta. Sería hermoso que pudiera y quisiera hacerlo, la historia de amor como nos la dictaron en cuentos, después de todo y todos perseveraste y descubriste que aún podías besarme, que aún podías hacerme anhelar tu presencia, después de todo entendiste que mi amor no se ha detenido en nuestro rompimiento, me conoces demasiado y yo a ti, te quiero y te quiero junto, y a la vez muero porque no encuentro el coraje para decirte que no quiero amar ahora, que mi corazón es una caja de químicos y ni tú ni yo tenemos los guantes correctos para manejarlos y preservarlos.
¿Me perdonarás? después de todas las miradas y las agujas que hemos compartido, después de todas las animaciones, las fotografías, las plantas que juramos plantaríamos ¿me perdonarás por dejarte aún cuándo me rehusé a tener algo?

Estoy serena ahora y elijo la playa porque ahí el sonido del mar es tan fuerte que no me deja pensar en lo mucho que me pierdo en la cuidad, en lo rápido que pasa el tiempo y lo poco que siento que hago. Elijo el vino porque con dos o tres copas siento un calor en el pecho, un calor que se parece mucho a la calma y a la confianza, a un abrazo que me doy a mí misma.

Elijo los libros, ante todo, porque por muy perdida que me sienta, no hay ocasión en que una lectura no me haya hecho sentir cuán pequeña soy ante el mundo y cuán aún más pequeños son mis problemas, y a la vez me haya hecho sentir que soy lo suficientemente grande para tomar una pluma y empezar a cambiar el mundo, o cambiarme en el mundo, para sentir que nunca es demasiado tarde para pensar hacia dónde va mi vida y anotarlo en post-its que resulten perdidos después de dos o tres días y entonces sienta la necesidad de ponerlo en código en un pequeño tatuaje en mi pierna izquierda y poder mirarlo siempre, para recordar que estoy apenas en tiempo de hacer todas las preguntas y perderle al miedo a las respuestas, apenas en tiempo para empezar a responderlas y a fallar y fallar y fallar tras intentarlo. Porque a pesar de todos y todo me encuentro serena, y hay días en que una frase o una cita me hacen recordar que el resto del mundo me espera, a mis tiempos, a mis momentos, a el día en que pueda decir "quiero hacer esto" y falle y vuelva a intentar y luego descubra que en realidad lo que amo en la vida es fallar, fallar y aprender de cada raspón y herida.

Hace no más de dos años estaba hurgando en mis documentos de primaria y secundaria, buscaba una fotografía de mi infancia para regalarla, sin embargo encontré una pequeña nota que decía:
"Buenas tardes señora, le informo que Scarlet es muy lenta para realizar sus actividades en clase, hace las cosas de manera más lenta que el resto del grupo. No se debe preocupar, siempre acaba sus tareas aunque sea casi al final de la clase. Atte: Maestra de 1°"
Y de repente me fue obvio, que siempre he sido de esta manera, supongo que siempre he tenido riñas con el tiempo, pero más que con el tiempo, con las nociones de tiempo que parecer tener todos los otros, simplemente siempre he funcionado en mis condiciones y tiempos, y muchas veces me parecía más importante recordar, rehacer y apreciar una parte del proceso que seguir en el tiempo debido con tal de acabar algo. Así he sido.
Así probablemente siga.
Hacerme el desayuno me puede ocupar de 30 minutos a 2 horas, sólo hacerlo.
Comer me puede ocupar de 20 minutos a 1 hora y media.
Leer algo me puede ocupar de una hora a cuatro, porque a veces releo y releo lo que pienso que aún no termino de cachar.
Duermo mucho más de 8 horas.
Escucho música mientras dibujo por una hora, dos máximo, debo admitir que no son mis actividades favoritas, no porque no las ame sino porque me frustran rápidamente.
Pienso en cosas que quiero escribir o hacer en casi todos los momentos libres de mis días (que ahora son muchos)
Escribo lo que pensé en un minuto o menos (y nunca quedo satisfecha pues siempre dejo muchas cosas fuera)
Y hay tareas que parecieran no tener fin. Y hay pensamientos que parecieran no tener fin (menos aún respuesta) como a dónde va mi vida, que debo estar haciendo con mis días, en dónde está la pasión que sentía, por qué no he escrito tanto como había planeado que haría, esa convocatoria que leía, ese concurso que vi, qué tal que hago esa pieza que tenía pensada, de dónde sacaría el dinero, y esa beca ¿podrán dármela? que se supone que deba que se supone que se supone que deba hacer
que se
supone
que deba
hacer
con mis 23 años de experiencias
que se supone que deba responder
cuando me pregunten a dónde va mi vida
y cómo voy a salir de aquí
y cómo debo de ser o hablar o que debería estar leyendo ¿debería meter esa maestría? que se supone MALDITA SEA QUE SE SUPONE QUE DEB...

Pero en días como hoy recuerdo que funciono en mis tiempos y todo parece volver a tener sentido (y siento la calma del vino), recuerdo que no hay tarea sin fin y que no hay mejor momento que el que estoy viviendo, y me siento afortunada.
Sin cursilerías, sin exageraciones, sin enunciarlo siquiera a alguien más que a mi persona.
Realmente afortunada. Elijo la playa.

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