porque gana el impulso de reclamo, de odio.
De regresar lo que me han dado, cada insulto.
¿Por qué habrías de permitir eso, que me insultaran?
Que dijeran por todos lados y a todas las personas que me odian
¿Por qué has adulado eso?
¿Por qué?
La justicia llevo por bandera
Pesa
Y me reclama, hacia otros, hacia mi. Nunca calla.
La justicia nunca calla.
La justicia también odia, también venga.
Cada palabra, cada insulto.
No soy yo de las que perdonan.
Y no me fuerzo en intentarlo.
Quien vive con mala suerte y desdicha por algo ha de merecerla.
Me gana el impulso de gritarlo, que se lo ganó.
Se lo ganó.
Que no me importa más, ni ella ni su vida.
Porque somos iguales, ella desea mi desaparición y yo la suya.
Que se vaya, que se pierda, que no vuelva.
No me importa más.
Porque sé lo que me ha deseado y vuelca al vacío todo el tiempo en que yo deseé su dicha.
Yo deseaba su dicha.
Ya no.
Que se pierda, que reciba lo que le toca, que sufra, que duela, que no encuentre consuelo.
Mereces.
Que madures, que te veas al espejo, lo que eres.
Lo que eres.
Que te lleves tu música y tus coincidencias, la mirada al vacío que te dedican cuando te recuerdan.
Llévate toda las canciones que robaste, los poemas que yo dediqué y llegaron a tus manos, el capítulo que amas, la caras de caricaturas, los vicios, sus historias.
Que te lleves contigo, a algún acantilado.
Que cargues con cualquier recuerdo mío, y vomites de desprecio.
Y nadie acuda a tu llamado. Que te encuentres sola en tu desprecio.
Y que sientas verdadera desdicha, no tus dolores adolescentes que hace mucho debiste haber superado.
Que sepas que lo que das recibes, y no esperes nunca ni siquiera una pisca de cortesía.
Que despiertes al mundo.
Y entiendas que hay mucho más dolor y sufrimiento en él que en ti misma.
Que ni por un segundo es comparable, que entiendas que el tuyo no vale.
Ni tantito, que te veas en el espejo, egoísta.
Para que entiendas que esa ha sido tu vida desde hace mucho, tu espejo y tú.
Egoísta.
No hay paz ni condolencias, ni personas esperando perdonarte por tu años de ceguera.
No hay cortesía para ti, no hay calma, no hay lugares con silencios agradables ni llegarás a entender el vacío.
Lo siento pero no, por ti no, no hay gente esforzándose.
Que no halles paz, porque no la hay.
Que si hay alguien soy yo, con un odio que tú suscitaste, y que yo accedí a tener.
Esperando volcartelo en la cara algún día.
Y reír y encantarme con la primera persona que me ha llenado de los sentimientos que había desechado de mi misma. Que juguemos a ser la misma, la misma basura.
Porque es lo justo, si tu me escupes yo escupiré de vuelta, aunque signifique que ya no soy la gran persona madura que era.
Porque por hacerte ver que sólo recibes lo que das es que vale la pena.
Por una simple lección.
No soy de las que perdonan, o de las que callan, y tú, en tu arrogancia de adolorida piensas que tienes derecho a odiar y a insultar, a mirar con desprecio y a gritar tu descontento, sin conocer antes a los demás, así que tú, en tu arrogancia de adolorida, menos mereces perdón o silencio.
Es fácil la ecuación.
:O
ResponderEliminarNo lo puedo evitar...
entre que me encanta, me intriga y me aterra.
Todos tenemos lados llenos de rencor, el mío no debería ser sorpresa.
ResponderEliminarNo te aterres, sólo tengo buena mano escogiendo palabras hirientes...