domingo, 14 de octubre de 2012

El regreso.

Cerca más cerca
Tiempo, más tiempo.
Necesito, requiero.
¿Mi edad? La he olvidado.

Tengo una necesidad de atención, tengo celos, tengo necesidad de reconocimiento (¿Acaso no todos?)
Tengo este hastío, y este rechazo, tengo también la empatía que me impongo.
Estoy harta, de ser quién no soy porque sólo así recibo atenciones.
Estoy harta de regresar a mis escondites. Ya no tienes 15 años, por favor, ya crece.

Tengo una sed por el acercamiento, ganas y deseo de unión. Ya no tengo 15 años.
Quiero ser quien he querido. Ya basta de jalar atenciones por dolores y por compasiones.
Estoy harta de ese jugo "vamos a ver quien sufre más."
Me alejo. El "pobre de mi" ha muerto.
Sé que exijo, sé que exijo, sé que exijo.
Es hastío, es cansancio, es un desgaste por gramo, pero dios cuántos gramos ya he acumulado.

Quiero ser aquella que lanza sonrisas, aquella que no tenía esta espesura en grises.
Quiero tener color y los impongo en mi cabello, que triste la demencia
de esa chica que piensa, que unos tintes arreglan la cabeza.
Quiero superarme, quiero entender que hay más que apreciar en el mundo que los dolores propios.
Quiero volar, gente, quiero ser aire, y recostarme en el pasto y en cada hoja de mi árbol.
Quiero estar consciente, de que puedo ser humana sin ser asesina.

Estoy harta de mí misma, de lo que dejo que me pase.
He abierto mi filtro mental y ahora siento y ahora no lucho por mis sonrisas.
Quiero ser la luz que he sido, quiero no volver a caer en este error mío.

Estoy sentada, viendo su abrazo, apenas de reojo, no más que 2 segundos y veo su abrazo.
No necesito más tiempo, en realidad conozco ese abrazo, siempre se dan el mismo.
Es un abrazo compasivo, es protector e indica confianza ¿Por qué conozco ese abrazo?
Ah claro, también lo he recibido. Ese abrazo es unión. Pero no tengo yo ese abrazo. Por eso lo espío.

Pido un refugio, suelto mis amarres, lloro incontrolable y al final regreso a mi árbol;
cada hoja... cada rama... cada raíz, lo entiende.
(Entiendo yo, que este sea uno de los métodos más estúpidos, pero es funcional, es efectivo)
Tengo la necesidad de sentir mi espalda desnuda contra la corteza del árbol
Le pido me calme, por favor, mis suplicas parecen mantras, una y otra vez lo repito.
Él contesta: Respira.

Tengo veinte años, lo pongo con todas sus letras porque hasta que los voy a perder los entiendo.
Tengo veinte años, no soy yo una niña. No tengo porque hundirme en mis sentimientos.
Tengo control de lo que siento y puedo decidir como tomar esta vida.
Estoy en calma, y en calma digo "Los juegos han concluido." Mi vida no se tratará de ellos.
Estoy.
Tengo.
Puedo.
No seré aquella que pide a gritos atención, la atención la daré yo misma a mis adentros, a lo que de verdad requiero. No seré aquella que compite. Si tú decides darle tu vida, será tu decisión y será respetada, si tú decides darle ese abrazo, será tu decisión y una vez más, será respetada. No callaré, pues el incendio quedaría dentro, pero abriré bien las fosas nasales, escuchando el consejo de mi abuelo: RESPIRA.
Y respiraré fuera toda duda, respiraré dentro mi delicadeza,  mis sensaciones.
Pido perdón por ser quién no era, primero a mi, después a ella.
Pido perdón por encapricharme en mis sentimientos, que bien sé me pueden llevar profundo y bello al fondo de esta vida, al término de esta vida.
Procuraré recordar que sólo deberé juzgar mi vida y procuraré ser quien he querido ser.
Fiel a mi misma... no a mis dolores ni mis necesidades, que al fin y al cabo parecieran no tener fin y puedo elegir controlarlas. Fiel a mi misma, a mi calma, he decretado el final de la tormenta.
Quiero ser contigo. Nunca más dos, nunca más una y una.
Quiero seamos. Y por ello empiezo...
Y así es como empiezo.

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