Llevo casi 3 años amando.
A la misma persona, día tras días, amando.
¿No les parece irracional, exhaustivo?
Natural no es, lo siento y lo pienso y no es.
Simplemente no.
Y aquí sigo, cómo, me pregunto yo.
¿Cómo sigo?
Innumerables veces he querido parar, innumerables veces también he fallado,
mentido, engañado, dicho que sí cuando quería decir que no.
¿Por qué jamás he dicho que no?
Porque amo.
Porque entiendo en días como hoy, que amo, más allá de mi misma, amo.
Más allá de todas las mentiras que he dicho con tal de no perderme.
Más allá de todas la veces que he sabido que necesito soledad y no compañía.
Más allá de mi misma, te amo.
Y por meses y años lo he hecho, cada día que pasa te amo.
Y por más que huya, por más que te aleje, que grite, me desespere, que me aisle o
me quiebre.
Amo.
Y es lo más importante que aprendido.
Amo y dejo que me ames, que créeme no es tarea fácil.
No es fácil saberse amado, no es fácil para mi llevar la felicidad de alguien más en mis hombros,
saber que tengo el poder de lastimarte, conocerte tanto que cada decisión mía incluya ya tu consejo, sin antes siquiera haberlo preguntado.
No es fácil entender que uno es digno que lo amen, aceptarlo y ser feliz con eso.
No es fácil que tu mente te diga que eres quien siempre has creído ser y llegues tú a decirme que no es eso, que ya era antes de creerlo.
Es complejo conocer tanto a una persona, incluso afirmo, que es mucho más difícil conocer que dejar que te conozcan, uno puede hablar y hablar y dejar salir en palabras lo que uno sueña, lo que se piensa, lo que se ama, lo que se razona y lo que se detesta. Pero conocer al otro es olvidarte de ti mismo por un instante, es darle tu ser, es saber. El conocimiento es la profundidad. Y lo mucho que me sumerjo en ti no se podría ejemplificar en un mar.
Es una responsabilidad que llevas a costa de sonrisas, que no pediste pero que sabes que se acumula, que disfrutas incluso, pues el alma brilla cuando encuentra sintonía.
Después de todo, creo que no llevo muchos meses ni días ni años amando.
Este es mi primer día, apenas hoy siento que amo, con toda la carga que la pequeña palabra lleva, con los poemas que se han escrito de ella, con las canciones que quieren intentar entenderla.
Este es mi primer día.
El querer no es muy parecido a lo que creí que sería, el querer es una construcción, no una coincidencia de químicas, es profundo y es meritorio, lleva tanto de tus adentros que incluso a veces es difícil encontrarte en el querer, se pierde uno, y es aterrador como pocas otras cosas en la vida. Pero el querer es, después de todo, la humildad de conocer y permitirse amar al otro. Y en ese principio radica toda esperanza. En el principio de que somos capaces de dejar de vernos como un sistema ya completo.
El mundo radica en esta otra persona, y el permitirte amarla es apenas el principio de ese "salir de ti mismo", entendemos que hay mundo afuera, pero si no dejamos que entre, entonces no lo conoceremos nunca.
Amar no te hace débil, ni vulnerable, no rompe estructuras, ni pone en juego la construcción de tu persona, amar es la fortaleza de la vida, de saber que uno puede mirar a otro, y otros también lo miran a uno.